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que es la heliografía La heliografía es el primer proceso fotográfico desarrollado por Nicéphore Nièpce. Se puede considerar a la heliografía y a su creador, como las bases de la fotografía moderna. Este procedimiento inventado en 1826 tiene su base en la litografía ya que Nièpce incapaz de dibujar decidió buscar un procedimiento alternativo.


La heliografía consiste en reproducir, “espontáneamente” por la acción de luz y con todas las gradaciones de “tintas” desde el negro hasta el blanco, las imágenes recibidas por la cámara oscura. El principio fundamental de este descubrimiento es la luz que, en su estado de composición y descomposición, actúa químicamente sobre los cuerpos proporcionándoles nuevas propiedades al tiempo que los solidifica dejándolos más o menos insolubles según la intensidad de su acción.


La materia prima empleada es el asfalto o betún de Judea mezclado con aceite esencial de lavanda que se calienta ligeramente después. Si este barniz conseguido no diera el grado adecuado de consistencia, hay que dejar evaporar la mezcla al aire libre. Una pequeña cantidad de este barniz se aplica en frío en una placa chapada en plata bien pulida de manera uniforme y en capas iguales. Inmediatamente, se coloca la placa sobre una plancha de hierro caliente hasta que deje de estar untuosa. En ese momento se retira la placa, se deja enfriar y terminar de secar a temperatura cálida y evitando el aire húmedo. "...La placa, así preparada, puede ser sometida, de forma inmediata, al fluido luminoso. (...) Tras la exposición a la luz el tiempo necesario, nada hace indicar que la imagen exista realmente, para que aparezca hay que emplear un disolvente".


El disolvente que menciona y utilizaba Niépce estaba compuesto por aceite de lavanda y aceite de petróleo blanco. La mezcla, que debía de tener un aspecto lechoso, podía servir para varias tomas. La placa barnizada, se retiraba de la cámara oscura y se colocaba en un recipiente de hojalata con el disolvente suficiente como para cubrir la placa: “...se le sumerge en el líquido, mirándola desde un cierto ángulo a lo largo del día, para ver aparecer alguna impresión y descubrir la imagen poco a poco, aunque esté velada por el aceite. (...) Se saca entonces la placa, poniéndola verticalmente con objeto de dejar bien que el disolvente gotee. Cuando ya ha terminado el goteo, se procede a la última operación no menos importante...”


Esta última operación era el lavado de la placa. Para ello contaba con una placa más larga que la placa a lavar, diseñada de modo que permitiera inclinarla con el fin de dar diferente velocidad al agua y con un vaso en uno de sus extremos para recibir el líquido que se derramara en el proceso. Debe emplearse -apuntaba Niépce- agua tibia no debiéndose echar sobre la placa sino por debajo, de forma que se incorpore a un remanso de agua sobre el que está la placa, sólo de esta manera, se levantarán las últimas porciones de aceite adheridas al barniz.


En cuanto a los soportes, decía Niépce que el barniz obtenido podía aplicarse indiferentemente sobre la piedra, metal y vidrio sin necesidad de tener que cambiar su manipulación aunque, “...hasta la fecha estimo que la placa plateada da las mejores reproducciones de imágenes, a causa de su blancura y estado porque es de desear que en el ennegrecimiento de la placa aparezcan todas las tintas desde el blanco al negro. (...) Dos ensayos de “point de vue” realizados sobre cristal y tomados en la cámara oscura, me han dado resultados que, aunque defectuosos, me parecen deber ser consignados ya que, este género de aplicación puede ser perfeccionado más tranquilamente. (...) Si la impresión es vista por reflexión es un espejo, al lado del barniz y bajo un ángulo determinado, produce un gran efecto. En cambio, visto por transmisión, no aparece más que una imagen confusa e incolora, sorprendiendo que parece afectar los colores locales de algunos de los objetos”.


De estas palabras se deduce que, efectivamente, el invento de Niépce no era un positivo directo. La imagen parecía un positivo si se la observaba desde un determinado ángulo, en el que por efecto de la luz, el soporte con imagen negativa devuelve un positivo difícilmente observable.


La heliografía necesitaba de varias horas de exposición para obtener las imágenes y solo obtenía imágenes en negativo.


P1º

"Cour de domaine de gras". Joseph Niépce, 1826. Primera Heliografía









Fuente: MCN Arte